(En la foto, junto a mis amigos Francisco y José Antonio Piédrola en el descanso del Real Madrid 5; Barcelona 0 de 1995).
JOSÉ MANUEL MORENO
Hoy cumple 70 años el Estadio Santiago Bernabéu. El Templo
del fútbol español, europeo y mundial. El escenario del mejor club deportivo
del mundo.
La primera vez que lo visité fue, con 19 años, en noviembre
del año 1980. Era mi primera visita a la capital de España y mientras mis
acompañantes se fueron a ver monumentos, yo me fui al lugar de mis sueños. Real
Madrid-Hércules, con 3-0 para los blancos, con dos goles de nuestro paisano
Paco Pineda y uno de Santillana. Lo que más me impactó fue comprobar in situ
las iras de los seguidores merengues hacia sus propios futbolistas, en especial
Juanito (aunque pasado el tiempo se convirtiera en mito), Vicente Del Bosque e
Isidro, al que muchos consideraban un "enchufado" del entonces
técnico, Vujadin Boskov.
Pasaron 5 años para mi nueva visita a Chamartín. Esta vez en
mayo de 1985. Partido de vuelta de la final de la Copa de la UEFA. Final decidida
por el 0-3 de la ida, con lleno total y la presencia del entonces presidente
del Gobierno Felipe González. Partido rarísimo con un penalti fallado al inicio
por Valdano, dos goles anulados y derrota final en los últimos minutos 0-1.
Sensación agridulce que se compensó por ver el paseo triunfal de los jugadores
con la Copa en sus manos. La imagen de Juanito con una gorra del Real Madrid,
inolvidable.
Mi siguiente visita fue a un Castilla-Málaga de Segunda
División, en diciembre de 1986, que se jugó el día anterior a un derbi
madrileño al que asistimos mis amigos y yo. En el Málaga el capitán era Antonio
Hierro y el partido terminó con 0-0. Caminero, que posteriormente triunfaría de
rojiblanco, era el número 7 castillista.
La siguiente vez fue el 2 de enero de 1988. Mi primer Clásico.
Dominio apabullante del Real Madrid pero victoria apurada 2-1, los dos goles de
Hugo Sánchez. Schuster marcó para los azulgrana mediante un penalti inventado
por Urío Velázquez. Eran los tiempos de la eclosión de la Quinta del Buitre. Aquella
temporada el conjunto madridista era el mejor de Europa aunque el PSV se
interpusiera en su camino a la Séptima.
En enero de 1990, en los prolegómenos de un Madrid-Atleti,
contemplé la entrega a Alfredo Di Stéfano del Súper Balón de Oro como mejor
futbolista europeo de todos los tiempos. El partido del Madrid fue espectacular
con un Martín Vázquez desatado haciendo dos goles. El tercero fue de Bernardo
Schuster y el entrenador rojiblanco era Javi Clemente.
Al día siguiente don Pedro Escartín escribió en el diario
Marca que los primeros veinte minutos del Madrid le habían recordado al Brasil
del 70.
Tuve que esperar 5 años en volver al Santiago Bernabéu, pero
fue un regreso sonado. 5-0 al Barcelona en una vendetta del 5-0 del año
anterior en el Camp Nou. Recital de Michael Laudrup, otro que tomó el Puente
Aéreo en dirección Chamartín y un Iván Zamorano en modo on fire. Por cierto,
cómo celebró Luis Enrique su gol. Para que diga ahora que siempre fue
barcelonista. Aquella noche del 7 de enero de 1995 fue una de las noches en que
más gocé en un recinto deportivo en toda mi vida. Inolvidable.
Cuatro meses más tarde, en mayo de 1995, ví por primera vez
en directo proclamarse campeón de Liga a mi Real Madrid, tras vencer 2-1 con
goles de Amavisca y Zamorano al Súper Dépor de Arsenio Iglesias. Las meigas de
las dos Ligas perdidas o robadas de Tenerife, estaban al fin superadas.
Al año siguiente, en marzo de 1996, asistí a un encuentro de
ida de Champions entre Madrid y Juventus. 1-0 con gol de un jovencísimo Raúl
que a la postre fue insuficiente ante el 2-0 adverso de Turín.
Y por fin, mi última visita al estadio del Paseo de La
Castellana fue junto a mi esposa en diciembre de 2010 con un 2-0 (ambos de
Cristiano Ronaldo) ante el Valencia de Unai Emery.
Durante estos 30 años (1980-2010) he visto al Santiago Bernabéu
crecer, modernizarse y convertirse en uno de los mejores estadios del planeta.
Quieran Dios y mi economía que no pasen muchos años más para volver a
experimentar la sensación de volver a estar en el escenario del equipo de mis
sueños desde que era un chaval.
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